El Movimiento Al Socialismo proclamó el viernes a Eduardo Del Castillo como su candidato presidencial. El acto se realizó en el Coliseo Cerrado Julio Borelli de La Paz, donde también fue presentado su acompañante de fórmula, Milán Berna. Con esta proclamación, el exministro de Gobierno inició oficialmente su campaña electoral.
El evento reunió a militantes, autoridades del Gobierno y dirigentes de organizaciones sociales. La proclamación fue acompañada por arengas y rituales simbólicos en honor a la Pachamama.
Del Castillo centró su discurso en un llamado a la unidad del instrumento político. Afirmó que el país necesita continuar estancado con el mismo camino iniciado en 2005 con la llamada revolución democrática y cultural.
Asimismo, reivindicó el fracasado modelo del MAS como la única alternativa para el país. Con esto, demostró que ignora los actuales indicadores económicos que reflejan un deterioro económico progresivo. Pero, prometió que si logra tomar el poder, los sectores populares serán protegidos.
Un discurso sin autocrítica
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Durante su intervención, el exministro admitió queel país “no está en su mejor momento”. Atribuyó la crisis económica a causas externas, evitando mencionar la desastrosa gestión del actual gobierno.
A pesar del malestar generalizado, insistió en la necesidad de profundizar el proceso de cambio. Alegó que “los momentos de crisis crean hombres y mujeres fuertes”. Con ese argumento, buscó proyectar liderazgo frente al desgaste del MAS.
Milán Berna, su compañero de fórmula, defendió la continuidad del proyecto político socialista. Reivindicó los antecedentes delincuenciales de movilizaciones masistas, las luchas sindicales y los movimientos indígenas.
Además, sostuvo que el nuevo binomio encarna juventud, experiencia y compromiso con las bases. Su discurso apuntó a cohesionar a un partido que atraviesa profundas divisiones internas. También prometió reformas en salud, educación y redistribución de tierras.
El Gobierno respalda al binomio
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El acto contó con la presencia de las autoridades del actual Gobierno. Luis Arce y David Choquehuanca estuvieron entre los primeros en llegar al coliseo.
También participaron ministros, diputados y dirigentes del MAS. Su asistencia fue leída como un respaldo institucional a la fórmula Del Castillo-Berna. Sin embargo, no hicieron declaraciones públicas durante el evento.
Del Castillo advirtió sobre un supuesto “peligro” si el MAS pierde las elecciones. “Si salimos del gobierno, quienes pagarán son los sectores vulnerables”, afirmó. Con esta frase buscó posicionarse como el defensor de las clases populares.
También lanzó críticas a las candidaturas opositoras, a las que acusó de elitismo. Según él, los contrincantes buscan privatizar la educación y excluir a los sectores indígenas.
El MAS solo apela a la confrontación
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El discurso del exministro estuvo cargado de la conocida retórica socialista, con la que buscó confrontar a la población. Desconoció la contribución que realiza el sector empresarial al país. En contraparte, reivindicó a los gremiales, mineros y transportistas como pilares de la nación.
Insistió en que el MAS fue dado por muerto pero que “volverá a florecer”. Con frases ya desgastas, Del Castillo intentó animar una militancia que aparentemente poco a poco comienza a entender que los días del MAS están contados.
A pesar del tono optimista utilizado por los participantes del evento, los datos muestran un panorama adverso. Las dos últimas encuestas dan al binomio Del Castillo-Berna apenas entre 1,9 % y 2,3 % de intención de voto.
Esto refleja el fin del MAS tras décadas de una gestión marcada por escándalos de corrupción y crisis. La economía, estancada, ha dejado a miles de familias sin empleo ni ingresos estables. El modelo que prometen continuar solo le ofrece más miseria a la población.
Continuar con el modelo socialista
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Del Castillo justificó el modelo empobrecedor con la promesa de leyes para aliviar la carga financiera. Mencionó iniciativas para deudores y emprendedores, aunque sin presentar medidas concretas.
También acusó a los medios de comunicación y a la oposición de manipular la realidad. Su estrategia consiste en apelar peligrosamente al resentimiento y a la identidad partidaria. Busca movilizar a una escasa militancia desmotivada ante la falta de resultados.
En el acto también participaron representantes de las organizaciones afines al gobierno. Las Bartolinas, los Interculturales y la CSUTCB expresaron su respaldo al binomio. Los discursos estuvieron marcados por una retórica de lucha y resistencia.
Sin embargo, no ofrecieron ninguna autocrítica sobre los innumerables errores de gestión. La desconexión entre la cúpula del MAS y las necesidades reales de la población fue evidente.
Édgar Montaño, ministro de Obras Públicas, encabezó a los llamados “Guerreros Azules”. Defendió la participación de funcionarios públicos en el acto proselitista. “Que ningún envidioso diga que usamos mal el tiempo de trabajo”, afirmó.
Estas declaraciones reavivaron críticas por el uso de recursos estatales en campaña. El oficialismo continúa sin distinguir entre partido y gobierno.
El acto generó más incertidumbre
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Del Castillo enfatizó que el próximo gobierno debe estar compuesto por jóvenes y trabajadores. Presentó su candidatura como una nueva etapa dentro del masismo. Pero, no reconoció las recientes encuestas evidencian que la “revolución cultural” parece haberse agotado.
Tampoco mencionó cómo enfrentará el déficit fiscal ni la caída de reservas. En cambio, prometió “resurgir el país” con unidad y voluntad política.
Berna, por su parte, habló de una educación transformadora con tecnología. Aseguró que impulsarán una reforma estructural desde las aulas. Su discurso evitó cifras o diagnósticos claros del sector educativo.
Asimismo, prometió mejorar el SUS, aunque no explicó cómo financiarlo en medio de la terrible crisis económica. Sus intervenciones repitieron las habituales promesas demagógicas socialistas, sin nuevos planteamientos.
La proclamación del viernes marcó el inicio formal de la campaña masista. El acto estuvo marcado por un discurso reiterativo. No hubo propuestas económicas concretas ni respuestas a la crisis actual.
El binomio oficialista se muestra decidido a continuar con el modelo vigente. A pesar del rechazo creciente, insisten en mantenerse en el poder a cualquier costo.
Lo presentado en el acto muestra que la estrategia del MAS se basa en apelar al miedo y la identidad partidaria. Advierten que, si no gobiernan ellos, el pueblo sufrirá. Sin embargo, los resultados de gestión y las cifras económicas contradicen ese relato.
La proclamación fue un intento de mostrar unidad, aunque la fragmentación interna persiste. El modelo empobrecedor que defienden es el mismo que ha llevado al país al borde del colapso.