Adoptaron tres ratas rescatadas de laboratorios y cuentan cómo es vivir con ellas: Son seres sociales

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Una historia de amor floreció donde menos se esperaba: en la adopción de tres pequeñas ratas rescatadas de un laboratorio. Nicolás Bennati y Soledad Quevedo, una pareja oriunda del partido de San Martín, decidieron abrirles las puertas de su hogar a tres hermanitas, a las que llamaron Pepina, Magnolia y Margarita. Su decisión no solo cambió el destino de estos animales que venían de ser objeto de testeos, sino que también visibilizó el valor de la adopción de mascotas y se transformó en un ejemplo del respeto hacia todas las formas de vida. “Una vez que las conocés, se van todos los estigmas”, aseguraron en diálogo con LA NACION.

Hace cuatro meses, Nicolás, que es ingeniero químico, y Soledad, que trabaja como administrativa, se contactaron la organización Team Ratas para iniciar la adopción y su vida cambió por completo. Si bien son seres estigmatizados y mal vistos desde tiempos inmemoriales, la pareja buscó resignificar la suerte de estos roedores con el cariño de una familia.

“Conocimos a Team Ratas en un evento vegano y me dejó pensando, me interpelaron las ratitas. Lo pensé un tiempo y no se me iban las ganas, entonces se lo planteé a Sole y pensó que era una broma. Le mostré fotos y le fue gustando cada vez más la idea, y después decidimos hacerlo como un plan de pareja”, contó Nicolás y agregó que a Ori, la hija de Soledad, de 10 años, le encantó la idea de tener una mascota exótica. “Quería tener como 20″, bromeó.

Según comentó Nicolás, el encantamiento con las ratas fue instantáneo. «Fuimos a un evento para conocerlas en persona y nos hechizaron. Son tres hermanitas, te recomiendan que mínimo adoptes de a dos porque son seres sociales, se deprimen solas», explicó. Tras su llegada, fue Ori quien bautizó a las ratas con los nombres Pepina, Magnolia y Margarita.

Pepina, Magnolia y Margarita se adaptaron muy bien a su nuevo hogar

Como todo animal que llega a un nuevo hogar, las ratas requirieron un proceso de adaptación. “Están hace poco en casa y van aprendiendo. Se dejan acariciar, salen de la jaula, juegan, corren. Tenemos una jaula de dos pisos con escaleras, colgantes y otras cosas para que se entretengan”, aseveró Nicolás y contó que ya estableció una rutina con sus mascotas: “Cuando volvemos del trabajo procuramos sacarlas de la jaula para que estén en el living. Bloqueamos el pasillo para que no se vayan para la cocina o el baño porque es peligroso», aclaró.

Una vez fuera de la jaula, las ratas se comportan como cualquier otro animal doméstico. “Me pongo a leer un libro en el sillón y se quedan conmigo. Son muy inteligentes y sensibles. Todavía no responden al nombre porque las adoptamos ya con 7 meses de vida, pero nos explicaron que cuando las tenés de chicas es más fácil educarlas», aseguró Nicolás. Hasta el momento, responden a estímulos básicos, como que el chasquido de dedos significa que van a ser alimentadas. “Desde que están con nosotros, vimos grandes mejoras”, afirmó el ingeniero químico.

Las ratas son seres sociables que necesitan la interacción

El mantenimiento y la alimentación de estas mascotas es relativamente “barato”, según Nicolás, ya que para comer les dan una mezcla de granos y semillas que compran en dietéticas y también un alimento balanceado específico. Para el aseo, se les pone un tipo de aserrín en la jaula para que absorba las heces que se cambia todas las semanas.

En Argentina, es legal tener ratas o ratones de mascota siempre y cuando no provengan de la fauna silvestre, sino que sean de criadero o ya estén domesticadas. Existen regulaciones sanitarias muy estrictas sobre la presencia de ratas, que son consideradas plagas en espacios urbanos y rurales.

Si no fuera por el estigma que pesa sobre ellos, la experiencia de tener estos roedores como mascotas no dista mucho a la de otros animales domésticos, donde la compañía y el amor son la clave del vínculo. “Para mí son bastante relajantes, sacan la parte tierna de uno como cualquier mascota. Te conectan con algo más genuino, más simple. Jugás con ellas y te olvidas de todo“, aseguró Nicolás.

A partir de la adopción de Pepina, Magnolia y Margarita, Nicolás y Soledad rompieron en su círculo de amigos y familiares la mala fama que pesa sobre las ratas. “Hay barreras y creo que las rompimos. Mis viejos le tenían bastante fobia, pero cuando nos fuimos de vacaciones las vinieron a cuidar con bastante idea y cuando volvimos mi papá estaba con una de las ratas al hombro”, recordó.

Una vez que las conocés, se van todos los estigmas. Me pasó con mis amigos que vinieron y las vieron y se sorprendieron con lo limpias que son. Son lindos animalitos lindos, hay que romper el tabú”, aseguró Nicolás y comentó que a partir de adoptar roedores fue viendo que cada vez más gente tiene este tipo de mascotas, aunque, claro, reconoció que “no es algo mainstream”.

Cada vez más personas se animan a tener estos animales como mascotas

El rescate y la puesta en adopción de las ratas y ratones está a cargo de Team Ratas, una ONG fundada en 2016 que ya salvó a más de 8000 ejemplares provenientes de 15 lugares distintos como laboratorios científicos, centros de investigación y universidades. Para que funcione la recepción de los animales, la confidencialidad de su origen es una condición, explicó la fundadora de la organización, Dominique Verdier, en diálogo con LA NACION.

“No decimos exactamente de dónde provienen porque es el acuerdo que fuimos teniendo con los lugares. Es la garantía para que nos den los animales voluntariamente”, aclaró y explicó que los animales “por lo general llegan en buen estado”. “Hay de todo, en general nos dan ejemplares jóvenes porque tienen superpoblación. No es que necesariamente les hayan hecho algo, a veces son testeos pasivos como alterarle algún valor nutricional y no le hicieron nada físicamente a su cuerpo”, aseguró.

El rescate de las ratas y ratones

Además de la adopción, la ONG lleva adelante dos programas fundamentales para garantizar el bienestar de los animales rescatados: el tránsito y el apadrinamiento. En primer lugar, el tránsito consiste en brindar un hogar temporal a los animales una vez que son retirados de los laboratorios. Allí permanecen bajo cuidado hasta ser adoptados de manera definitiva. Por otra parte, el apadrinamiento está destinado a quienes colaboran económicamente para cubrir los costos veterinarios, que representan el gasto más significativo de la ONG.

Team Ratas se encarga de darle a las personas que adopten o transiten una jaula para las ratas y una pecera para los ratones. “Tienen que estar recintos cerrados porque son animales que la libertad total dentro de una casa implica muchos riesgos”, aseguró Dominique y, como especialista, explicó la diferencia entre ambas especies: “Las ratas son más grandes y son como perros, literalmente. Si le das el tiempo que corresponde, responden al nombre, buscan las caricias y son muy fieles. Son bastante demandantes, siempre les explicamos a los dueños que tienen que tener si o si una hora afuera de la jaula y también tener cuidar con los cables o cosas que puedan morder”, afirmó. “Los ratones son más pequeños y son animales mucho más tranquilos. Son más dulces, no tienen eso de ir a buscarte enseguida como las ratas, pero disfrutan de la compañía. Es un modo más pacífico, más tranquilo”, añadió.

Ambas especies, temidas en la sociedad por la transmisión de enfermedades, en cautiverio no tienen ese problema. “Las ratas y ratones que rescatamos no tienen forma de transmitir nada porque son domésticas. En el ambiente donde se las cría están protegidas de cualquier afección”, aseveró Dominique.

El llamado a empatizar con estos animales

Por último, desde Team Ratas promueven que los animales no sean objeto de pruebas científicas, aunque reconocieron que “no va a cambiar en el corto plazo”. “Hay alternativas, gracias a la tecnología, hay muchos testeos que no necesariamente tienen que ser aplicados en animales. La ciencia debe apuntar a alternativas éticas donde los animales no se usen. Son seres que sienten, no lápices”, concluyó Dominique.

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