Se estrenó «Los engranajes» el sábado en Teatro Anfitrión, con dirección de Nathán Cusnir y actuaciones de Sofía Bertolotto, Pablo Cominassi, Liliana González, Diego Pañart, Melina Roldán, Eleonora Vallet y Miguel Ángel Villar, y música en vivo de Mariano Cossa.
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«Los engranajes» se presenta los sábados a las 20 en el teatro Anfitrión.
“Dirigí muchos años una empresa y vi como allí se expresan los valores de una sociedad y también cuestiones de época. La obra pretende contar algo de este proceso de cambio que se produjo con el ascenso al poder de Reagan y Margaret Thatcher en los 80. A partir de entonces la ambición y un ánimo de lucro desmedido en contraposición con el crecimiento exponencial de la pobreza”, dice Nathán Cusnir, autor y director de “Los engranajes”, una historia de los de “cuello blanco”, pero también de los de “cuello azul”.
Se estrenó el sábado a las 20 en Teatro Anfitrión, Venezuela 3340, con actuaciones de Sofía Bertolotto, Pablo Cominassi, Liliana González, Diego Pañart, Melina Roldán, Eleonora Vallet y Miguel Ángel Villar, y música en vivo de Mariano Cossa. Conversamos con Cusnir.
Periodista: ¿Qué te interesó de este universo de la corporación, la ambición y la codicia, como apareció esta temática?
Nathan Cusnir: Este universo empresarial me toca en lo personal ya que por muchos años dirigí una pyme. Si bien una actividad comercial se rige por reglas, está inmersa en un contexto de país, el nuestro, que con sus idas y vueltas, con sus regulaciones y desregulaciones, se ha transformado en una suerte de campo de batalla o en un verdadero teatro de la vida. Por otro lado, una mirada más objetiva me llevó a pensar que en una empresa de alguna manera se expresan los valores de una sociedad y también cuestiones de época. En otros tiempos se entraba a trabajar en un lugar, se hacía carrera y finalmente uno se jubilaba. Eso hoy ya no existe. La obra pretende contar algo de este proceso de cambio que se produjo en los 80. A partir de entonces el lucro desmedido (hay personas cuya fortuna supera el PBI de países enteros), cobran extrema relevancia, en contraste con la pobreza y el descuido del medioambiente. Si a esto le agregamos un espíritu de época donde prima el sálvese quien pueda como status de dogma, tenemos los temas por donde transita mi obra.
P.: ¿Qué otros temas aparecen en la obra además del vale todo y el
individualismo?
N.C.: El vale todo y el individualismo no impiden que aparezcan los rasgos positivos del ser humano. La solidaridad, la aceptación del distinto y hasta el amor están presentes, pero de una manera subsidiaria. Los personajes no son estereotipos, son seres humanos con sus virtudes y defectos, pero son sujetos de “un espíritu de época”, que solo les permite priorizar aquello que genera beneficios económicos. Para equilibrar transporto al presente a un personaje que vivió hace 5000 años y cuyos aforismos hoy serían considerados pertenecientes a la cultura “woke” . Intento que “Los engranajes” sea una historia contada con humor e ironía.
P.: ¿Qué es aquello sobre lo que reflexiona en torno a la verdad y posverdad?
N.C.: Veo que la posverdad está avanzando cada vez más. Los hechos objetivos están siendo dejados de lado y su lugar lo reemplaza un relato que justifique nuestros intereses o deseos. En mi obra juego mucho con eso de mezclar realidad con ficción, pero el espectador fácilmente descubrirá cuál es cuál. La posverdad solo se manifiesta en la imagen que se presenta de la corporación.
P.: ¿Cómo es hacer teatro hoy?
N.C.: En Argentina, difícil, como lo fue siempre. Ahora más difícil.
P.: ¿Cómo ves el teatro y la cultura?
N.C.: Los pueblos si no tienen acceso a la cultura corren el peligro, por falta de conocimiento y educación, de elegir mal a sus representantes. Existe la posibilidad de que se dejen embaucar por cantos de sirenas o por proyectos tan delirantes como el del ¨no estado”, en reemplazo de un Estado que, debemos reconocer, funcionó muy mal durante muchísimos años. La solución pasa por una profunda autocrítica y la corrección de los errores cometidos. No existe un país exitoso en el mundo que no tenga un Estado presente que intervenga para lograr una mejor distribución de la riqueza.