Carlos Gardel, el ídolo que cada día canta mejor, a 90 años de su trágica muerte

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Fue una de las grandes tragedias en la historia música popular: el 24 de junio de 1935, a los 44 años, murió Carlos Gardel en el choque de dos aviones en el momento de despegar, sobre la pista del aeropuerto Olaya Herrera, de la ciudad de Medellín, Colombia.

Su voz llevó el tango desde los arrabales de Buenos Aires a París, Nueva York y el resto del mundo, donde aún hoy se lo considera el mejor, El Mudo, el Morocho del Abasto. Como legado, dejó cientos de grabaciones discográficas y una veintena de películas y musicales donde actuó. Fue el pionero del estilo de «tango canción» y la realización de vídeos musicales.

Ninguna otra figura del tango concitó un interés comparable ni dio lugar a tantas y tan exhaustivas investigaciones, desde los datos de filiación (¿nació en Francia o en Uruguay?) hasta las grandes anécdotas de su carrera. Cada episodio agiganta su figura y exalta al ídolo.

Charles Romuald Gardes se crió en una pieza de conventillo en la calle Uruguay 162 y luego en una pensión de Corrientes 1553. La proximidad de los teatros le valió muy temprano cierta familiaridad con el medio artístico. Ganó fama cantando en el vecindario, pero de 1905 a 1910 su rastro se pierde entre datos fragmentarios o inexistentes. Recién reaparece en el Abasto, donde conoció al guitarrista José Razzano y nació un dúo legenario, que debutó formalmente a fines de 1913, en el Armenonville.

Carlos Gardel, el artista de tango que «cada día canta mejor», como asegura el refrán popular.

Durante los años que siguieron, el dúo desplegó su cancionero criollo en escenarios porteños y en giras. En agosto de 1915, a bordo del buque Santa Isabel, rumbo a Brasil, coincidieron con el célebre tenor italiano Enrico Caruso, que los escuchó cantar y reparó en “la bella voce del morettino” (el morochito).

Su grabación del tango Mi noche triste, con acompañamiento del guitarrista José Ricardo, es el gesto fundante de un género íntegro. Con los versos de Pascual Contursi sobre música de Samuel Castriota, Gardel inaugura el «tango-canción» de carácter sentimental, por contraposición a la tradición del pícaro tango criollo.

Video

Nota historia Lepera

Las primeras grabaciones

1917 es el año de las primeras grabaciones de Gardel-Razzano, pero ya es inexorable el fin de una era, mientras el Gardel solista proyecta un estilo y un repertorio en el que cada vez dominarán más los tangos

El talento de Gardel no precisa ni admite tutorías: no sólo determina su propio rumbo, sino que además arrastra con él a toda su época, a la que se anticipa de modo sistemático. Detecta la inspiración flamante de Celedonio Flores y de Enrique Cadícamo; juega un rol determinante en la difusión de Discépolo; es “el Mago” que transforma lo que toca. A la radio y las presentaciones en vivo, suma el cine con una visión asombrosa, en una serie de videoclips dirigidos por Eduardo Morera en 1930.

El zorzal criollo junto a las «rubias de New York» en una escena de la película «El tango en Broadway».

Debutó en el Fémina de París con efusivos halagos del Figaro (“ejerce sobre el público una especie de encantamiento”) y en 1931 firmó contrato con Paramount para filmar en Joinville. De esta etapa es la película Luces de Buenos Aires: que el público porteño obligaba a detener la proyección, rebobinar y repetir varias veces la escena en la que Gardel canta Tomo y obligo.

Los ejecutivos de Paramount propician la colaboración con Alfredo Le Pera, nacido en San Pablo pero criado en San Juan y Boedo, ex estudiante de Medicina, ex periodista y autor teatral.

Gardel compartirá con Le Pera -como guionista- las dificultades de filmar películas de ambiente y temática tanguera en el exterior (Joinville, Nueva York) y la tarea febril de escribir canciones entre toma y toma, esto último con un resultado imbatible: Volver, El día que me quieras, Soledad, Cuesta abajo, Por una cabeza, Lejana tierra mía, Sus ojos se cerraron, Golondrinas y más.

Carlos Gardel, genio y figura, murió hace 90 años, el 24 de junio de 1935.

La National Broadcasting Corporation (NBC) de Nueva York, donde debuta en Año Nuevo de 1934, es la plataforma continental definitiva.

Actúa con orquesta en una serie de emisiones que se extienden hasta mayo, e incluye un programa extraordinario: el 5 de marzo canta desde Nueva York, con sus guitarristas acompañándolo desde los estudios de LS5 Radio Rivadavia. Después comienza en Long Island el rodaje de Cuesta abajo.

¿Qué planes tenía entonces Carlos? Todo indica que evaluaba varios posibles escenarios. Pero a su madre Berta, en carta de febrero de 1935, le asegura que se reunirán “algún día no muy lejano, para no separarnos más, y pensar solamente en nuestros buenos ‘piacheres’ en compañía de buenos amigos, como dos viajeros que llegan al puerto de destino, después de haber batallado por la vida”.

Carlos Gardel multiplicó su popularidad al cantar en la NBC de Nueva York, en 1934.

El 24 de junio de 1935, cerca de las tres de la tarde, en el aeropuerto Olaya Herrera de Medellín, el avión que transportaba al cantor y su comitiva hacia Cali fue devorado por las llamas, después de estrellarse, en medio de las maniobras de despegue, contra otra nave que abandonaba su hangar.

El mito que crece

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El registro de la televisión colombiana sobre la despida de Gardel y su funeral.

Desde el momento mismo del accidente fatal, la figura de Carlos Gardel ingresó al terreno de los grandes mitos argentinos. Fue revalorizado, admirado y muchas veces imitado, no solo por los tangueros sino por todo tipo de cantantes. El mismísimo Luis Alberto Spinetta lo mencionó en su clásico tema El anillo del capitán Beto («La foto de Carlitos sobre el comando») y Charly García se caracterizó como Carlitos en la época de su álbum Piano bar.

Charly García con look tanguero en la época de la presentación de «Piano bar» en el Luna Park, en 1985.

Esta semana habrá múltiples homenajes y recordatorios, se lo mencionará en los programas de televisión y radio, mientras sus canciones volverán al primer plano de la difusión. Ya no importa si es uruguayo o francés. Es Carlos Gardel, el número uno de todos los tiempos.

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